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martes, 26 de enero de 2016

Contracorriente (4): "Es bueno o malo según lo determine el Estado"


"Valoraciones éticas y antropológicas sobre el mundo de hoy"

Por Fernando Hurtado


Desde hace años, cuando leo la doctrina social de la Iglesia, cuando veo su lucidez y su promoción de la libertad, cómo  se funda en la naturaleza humana, quedo cada vez más admirado. También comprendo el sentido novedoso, revolucionario, del Evangelio, y por qué ha sido el principal inspirador en la formación de Europa. Hoy, incluso, es más fácil advertirlo que nunca.

La naturaleza humana, tal como se puede mirar sin prejuicios, con la armonía de sus principios sobre el valor de la vida, de la persona, de la sociedad, de la familia, del trabajo, de la empresa, etc; el altísimo concepto de la dignidad del hombre; cómo contrasta con la minusvaloración que hoy quieren darle.

Es fácilmente cognoscible lo que es bueno y lo que es malo, lo verdadero de lo falso, la libertad del sometimiento, y sin embargo hasta estos valores innatos parece como si fueran confusos u oscurecidos.

Nunca como en nuestros días, se ha querido encorsetar tanto al ser humano. Es vigilado y “normalizado” desde antes de que vea la luz. Cada acción, cada paso de su vida está siendo legislado “aparentemente” por su bien, para ser guiado hacia el bien,  como si la naturaleza, con sus valores, no fuera norma en sí misma, y por tanto careciera de valor vinculante.

Desde la mayoría de los gobiernos europeos se hace norma, o normaliza, todo, como si el pueblo fuera posesión suya. Todo ha de estar contenido en una ley; hasta entonces, para el positivismo imperante, no existe camino… Porque, no se puede decir: COMO DICE LA LEY.

Yo lo llamaría el Estado-conciencia, o el Estado-dios, por su papel moralizante. Decía hoy un político español: “yo propondré un veraneo distinto para los niños”. Y yo digo: “Y a usted ¿qué le importa el veraneo de mis hijos? En los diálogos que tienen lugar en España, los hombres y mujeres parecemos “mercancía de los políticos”.

Muchos ciudadanos tienen que despertar, porque ya no se preguntan si una acción es buena o mala sino: ¿qué dice la ley? ¿está prohibido o permitido? Mientras, se proponen conductas inequívocamente equivocadas como normales, por ejemplo el matrimonio homosexual. Que además está “permitido por la ley”, es decir, según la lógica dominante, “es muy bueno”.

Con lo cual habría que concluir que el bien o el mal es lo determinado así por el que gobierna en cada momento.

¿Y todo el mundo en paz? No: dormidos…



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