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sábado, 27 de abril de 2013

Yo tengo un sueño

Un sueño que garantíza el respeto a la dignidad y libertad de la persona

 ‘I have a dream’ ─Yo tengo un sueño. Muchos recordarán el discurso de Martin Luther King que tuvo esa cantilena. Corría el 1963 y el líder de color, encaramado en las escaleras del monumento a Lincoln, hablaba ilusionado e ilusionando sobre la igualdad de derechos de los de su raza con los restantes norteamericanos. Un sueño realizado sustancialmente, incluso hasta lograr uno de ellos la presidencia del país. Sin dormir, se colapsaría la vida. Sin soñar, se adormece la existencia.

 Yo también tengo un sueño: para nuestro país y para este mundo globalizado. Pero pienso más en España porque es lo inmediato y por algunas características propias. Deseo vivir en una nación libre, realmente libre. Hablo desde una instancia moral, no política, aunque ésta tenga mucho juego en la libertad. Para comenzar juzgando ese predio, casi se limita a votar cada cierto tiempo. Y elegimos generalmente al primero de una lista, muy probablemente de otra circunscripción. Sueño con más participación ciudadana, con más sociedad.

 Es cierto que la libertad política incluye más asuntos, por ejemplo, la libertad de pensamiento y expresión, la religiosa, la de los padres a elegir el modelo de educación que desean para sus hijos, la sindical, etc., a una vivienda digna. Pero no acaban de ser cabales. Sueño con políticos, empresarios, sindicalistas, sociólogos, pensadores, curas, etc., que busquen la verdad y el bien de las gentes. Con un país sin paro soñamos todos, pero tal vez descuidamos la parte que honradamente corresponde a cada uno para conseguirlo.

Sueño con una judicatura, una policía y un etcétera que desconozco dedicados a lo suyo −seguro que la mayoría lo hace− en lugar de realizar un trabajo mediático injusto. Todo se filtra, dando lugar a indefensión, a calumnia, a difamación, a falta de seguridad jurídica, etc. Por ahí deseo continuar soñando porque vivimos con el sobresalto diario de noticias filtradas −lo llamamos periodismo de investigación− que, en no pocas ocasiones, originan daños a la sociedad, a personas o familias concretas. Sueño con unos medios de comunicación libres, respetuosos con la libertad ajena, veraces. 

Sueño con una libertad de expresión más igual porque mientras se toleran asuntos como los citados, es prácticamente imposible, por ejemplo, criticar la ideología de género salvo que se desee ser mártir, o de llamar violencia doméstica, machista o feminista, según los casos, a lo que, precisamente por esa ideología, hay que denominar violencia de género. Sueño con que se pueda hablar de castidad o de la belleza de llegar virgen al matrimonio sin ser perseguido por los insultadores de turno. Tendríamos una sociedad realmente abierta y menos hosca.

Sueño con gobernantes dedicados al bien común en serio, en lugar de mirar al propio. Dijo Margaret Thatcher −no es la Biblia− que no era una política de consenso sino de convicción. Es matizable, pero vale la pena mirar las propias convicciones y las de los votantes. ¿Existen ideas fuertes en esta sociedad del pensamiento débil y del relativismo? Me parece irreal que la presencia de certidumbres engendre intolerancia. Más bien está siendo causa de fanatismo eso que se suele llamar el pensamiento dominante impregnado de género, relativismo, laicismo y juicio débil, porque, ¡ay de ti! si no admites tales “dogmas”. Pero las convicciones evitan la corrupción. Otro sueño. Y cada uno a opinar como quiera, pero evitando imposiciones.

Sueño una sociedad desmarcada de lo política o socialmente correcto, capaz de expresar lo que realmente piensa, si es que esa tarea no continua siendo una “funesta manía”. La funesta manía de pensar viene evitada porque los medios de opinión son con harta frecuencia medios de adoctrinamiento, porque el sistema educativo no ayuda a la reflexión, porque la cultura de la imagen hace difícil la especulación… Ahora se especula jugando al fútbol o se está en estado de gracia metiendo goles. Se ha repetido que los españoles somos demasiado improvisadores, pero ni eso es posible porque todo lo entregan digerido, hasta las hazañas del famoseo en programas mugres, que devastan la cultura.

Sueño con una libertad religiosa, no basada en la ridiculización de la fe católica. Este aspecto positivo del libre albedrío es principalmente inmunidad de coacción respecto a temas de conciencia y religión, siendo el orden público su único límite. En muchas ocasiones, la Iglesia Católica ha solicitado perdón por sus momentos oscuros. Sueño con que lo soliciten muchas más personas, otras religiones, partidos políticos totalitarios que hicieron purgas terribles, y sindicatos coligados. Sueño con partidos políticos, sindicatos y afines al gobierno que no tengan el llamado dinero público como propio y, sin ser los dueños, lo nieguen a los excluidos de sus circuitos.

Sueño con que se pueda hablar de ley natural sin escándalo de intelectuales a la moda, que saben muy bien que eso exige pensar en la existencia de Dios y en la dependencia del hombre respecto al Creador, vínculo que estimo como mejor garantía para respetar la dignidad y libertad de la persona. Sí, persona mejor que ciudadano, porque dice más, porque apunta a lo más específico del ser humano individual. Persona habla de intimidad, creatividad, libertad, donación. Y por eso, de inviolabilidad.

Pablo Cabellos Llorente, en el diario Las Provincias del 24 abril 2013.

domingo, 14 de abril de 2013

Ana, «chica dura» y sin Dios


quería «dar algo a la Humanidad y suicidarme»... hoy es religiosa

A sus 25 años, la Hermana Ana María de la Peña ha vivido ya todo un itinerario espiritual complejo: una infancia con fe pero poca práctica, una adolescencia de ateísmo y amargura y una juventud adulta en la alegría del amor de Dios.


Familia de católicos ocasionales
        Ana creció en una familia en Cuenca, de católicos de "bodas, comuniones y funerales", de los que "llevan a sus hijos a la catequesis para que reciban los Sacramentos y ya está".
        En la catequesis de Primera Comunión le preparó un sacerdote que era "muy pero que muy bueno, nos tenía a todos los niños en el bolsillo. Y el buen recuerdo que tengo de las cosas de Dios de cuando era pequeña es gracias a él. Siempre me llamó la atención como este sacerdote miraba a Jesús en el Sagrario y yo empecé a desear querer a ese Jesús que él quería tanto".
        También tuvo una profesora en su colegio público "que era una enamorada de la Virgen. Tenía una imagen de la Virgen en clase, le teníamos que rezar todos los días y en el mes de mayo llevarle flores, cantar la Salve en latín ... A mí esas cosas me encantaban y fue una experiencia bonita de Dios en mi infancia".
Exigencia adolescnte y una mala parroquia
        Llegó la adolescencia, con sus exigencias de radicalidad. Como en tantas familias españolas, Ana, que no iba a misa dominical, se apuntó a catequesis de confirmación "porque toca".
        "La parroquia a la que fui digamos que era muy incoherente. Yo siempre he sido una persona muy radical para todo, me gusta que lo blanco sea blanco y lo negro sea negro, y cuando no hay coherencia, me repele. Así que me enfadé con la Iglesia. Yo veía que lo que me decían y lo que ellos vivían en ese sitio no coincidía".
        "Aparte de eso, como era una adolescente, empecé a vivir una serie de cosas que ya no son tan inocentes, y la conciencia me remordía. Hay cosas que da mucha vergüenza confesar, y se unió la incoherencia que yo veía, con mi conciencia que me decía que estaba viviendo mal. Algunas de mis amigas empezaron a escuchar grupos de música claramente anti-católicos cuyas letras eran contra la Iglesia y todo lo religioso así que yo me empecé a convencerme de eso, que yo escuchaba a través de la música. Me venía bien pensar mal de la Iglesia para justificar mi conciencia. Y como siempre he sido radical para todo me metí de cabeza . Comencé un camino de rebeldía fuerte".
Ser duro en un mundo amargo
        La nueva Ana anti-Iglesia no era en absoluto especialmente feliz y realizada. Más bien lo contrario: era una adolescente que tenía que mostrarse dura y asumía que la vida debía ser, necesariamente, amarga.
        "Yo era muy dura con mis compañeros. Tampoco es que diese palizas, ni cosas de esas, pero digamos que no dejaba que nadie se pusiese en mi camino. Me encargaba de que si alguien me hacía algo lo pagase caro. A la gente le daba una especie de miedo mi forma de ser".
        "Además en esa época, había muchos problemas en mi familia. Todo lo que me rodeaba era un poco amargo. También la música que escuchaba transmitía amargura. Pronto mi visión del mundo fue esa, un sitio amargo y oscuro donde todos eran malos y yo tenía que serlo más, para que nadie me pisase. Eso era un poco lo que tenía dentro: rabia, desesperación".
Leer y estudiar pero ¿para qué?
        Otros adolescentes buscaban olvido o distracción en las discotecas, el alcohol, salir... pero a ella eso no le atraía: "me parecía como hacer lo que hace todo el mundo. No me atraía. No había nada que me atrajese, nada que me hiciese ilusión".
        Lo único que le interesaba, curiosamente, era leer y estudiar. "Era como un alivio, lo único con lo que yo disfrutaba".
        Pero, estudiar ¿para qué? No quería formar una familia, no soñaba con nada.
        Y Ana recuerda que se dijo a sí misma: “bueno, pues estudiaré, haré algún descubrimiento científico para hacer algún aporte a la humanidad, y después me suicido, y ya está”. Tenía 13 o 14 años, era una estudiante inteligente y lectora ávida... y esa era su visión de la vida.
        Esa era su situación cuando un día en clase el profesor comenzó a explicar las distintas teorías sobre el origen de universo.
"No digas eso, Dios existe"... y recordó
        "No sé a cuento de qué, pues el profesor no había dicho nada de eso, saqué el tema del Creador , y poniéndome de pie comencé a criticar muy duro a la Iglesia. Entonces una chica que había en clase que era creyente y muy convencida se levantó y me dijo: ´no digas eso; no digas eso, porque Dios sí existe´."
        Y eso bastó para hacer pensar a Ana.
        "No dijo nada más. No dio más argumentos. Pero estuve tres días sin poder parar de pensar en ello. Y empecé a acordarme de cuando era pequeña, y de la experiencia de Dios que yo había tenido entonces. Y de pronto empecé a echar de menos aquella paz, y aquella limpieza que yo tenía cuando era pequeña. Pero no sabía como encontrar el camino de vuelta. Me había lanzado de cabeza, y no sabía cómo volverme a levantar".
        Y Ana hizo algo que muchos no logran hacer: pedir ayuda.
        "Decidí pedirle ayuda, a esa compañera. Me acerqué a ella y le dije, “Oye, yo quiero creer en Dios, ¿me ayudas?” En ese momento ella no sabía si era una broma, si me estaba riendo de ella, si había cámaras ocultas, o algo así".
Monjas, ¿gente rara que canta en latín?
        Ella admitió que no tenía mucha formación y le animó a acudir a unas reuniones con religiosas. Ana no conocía ninguna monja. "Solo las conocía de películas, pero me las imaginaba como un círculo de gente vestida de negro, y cantando en latín. Pero estaba desesperada por tener luz y decidí ir a esas reuniones".
        "Y allí estaban las Siervas del Hogar de la Madre. Desde el principio me trataron como si me conociesen de toda la vida, con mucho cariño. Y todo lo que yo les preguntaba ellas me lo iban explicando".
Conociendo jóvenes cristianos alegres
        Ese verano participó en un campamento de jóvenes del Hogar de la Madre. "Me impresionó muchísimo, porque yo nunca había conocido jóvenes así, con esa ilusión, con esas ganas de vivir, con esa alegría, que estaban pendientes de todo el mundo. Yo me había auto convencido de que ya no existía gente buena. Y allí ví que sí, que existía gente buena. Fue como recuperar otra vez la esperanza".
        "Un día, que estábamos en la capilla, Jesús me habló en mi corazón y me dijo, ´Ahora decídete. O sigues por aquí, o te vuelves a ir donde estabas, pero doble vida, no´. Entonces viendo que la vida que llevaba antes no merecía la pena, me dije ¡me quedo con ésta que he encontrado!"
        Si nuestra hija va a misa, ¿está en una secta?
Sus padres, que como hemos explicado ni siquiera iban a misa los domingos, se asustaron al ver que ¡su hija iba a misa diaria! Ana ya casi no veía la televisión, ya no iba con su anterior grupo de amigos y -siendo gran lectora-, ahora se pasaba el día leyendo libros religiosos.
        "Mis padres pensaron que me había metido en una secta. Intentaron alejarme de todo lo que oliese a religioso y a partir de aquí empezó una película, que fue intentar esconderme de mis padres para ir a la Misa y todas esas cosas. Yo, ahora los entiendo, porque claro, fue un cambio muy radical. La verdad es que ahora lo recuerdo y me río", admite.
Responder por quienes no lo hacen
        Muy pronto, con 15 años, descubrió su vocación a la vida religiosa. "Iba andando por la calle tan feliz para ir a Misa, y no iba pensado en nada de la vocación, pero de repente me acordé de una cosa que yo hice en ese famoso campamento. Un día en la capilla, rezando, le dije al Señor que si él quería, que yo me ofrecía para responder por todas las almas que no lo hacen. Entonces, no me dijo nada. Y ya después de un tiempo, casi un año, yo iba por la calle, y como que me vino ese recuerdo a la cabeza, de cuando yo estaba en la capilla diciéndole eso al Señor. Y experimenté que me decían por dentro, “Pues acepto tu ofrecimiento”. Desde ese momento supe que tenía vocación. Estuve esperando hasta los 18 para poder entrar porque evidentemente mis padres no me iban a dar un permiso antes. Y cuando cumplí 18 años entré de candidata en las Siervas del Hogar de la Madre".
        Desde entonces ya han pasado unos años. Cumplidos los 25, Ana lo tiene claro: "Estoy muy agradecida al Señor por haberme sacado de esa oscuridad en la que vivía y ahora intento ser un testimonio de amor apasionado por el Señor y transmitir esa ilusión y esa esperanza que pienso que solo Él puede dar de una forma permanente".

miércoles, 10 de abril de 2013

¿Existe una doctrina Obama?

Obama es un hombre más de estilo que de contenidos, que a veces flaquea en el ámbito de las propuestas concretas.

Por Antonio R. Rubio



El mandato de un presidente americano suele estar unido a una determinada orientación de la política exterior. De ahí que históricamente se haya hablado de “doctrina” para explicar un conjunto de ideas que fijan dicha política. Ejemplos bien conocidos, entre otros muchos, son la Doctrina Monroe, la Doctrina Truman o la Doctrina Carter. Dados estos antecedentes, ¿puede hablarse de una Doctrina Obama?
Para afirmar la existencia de una doctrina se toma como punto de referencia el contenido de un discurso, un artículo o una declaración de principios. En el caso de Obama no faltarían discursos para elaborar las bases de una doctrina, pero no sería sencillo extraerlas del texto, dada la fama de pragmático del inquilino de la Casa Blanca.
Grandes expectativas, grandes decepciones
Entre los ejemplos más conocidos está la intervención del presidente en El Cairo (4 de junio de 2009), toda una declaración de principios sobre las relaciones de Washington con el mundo árabe y musulmán, y que ha sido recientemente actualizado, con referencias a las revueltas árabes, en el discurso sobre Oriente Medio de 19 de mayo de 2011. Son discursos que han despertado grandes expectativas, aunque al mismo tiempo grandes decepciones.
Por ejemplo, el presidente ha llamado a una negociación entre israelíes y palestinos para crear un Estado palestino, con el pragmático argumento de que es beneficioso para la seguridad de Israel. Pero no ha puesto en marcha iniciativas concretas que impliquen a las partes con el argumento de que la paz no puede imponerse, aunque haya reconocido que la reconciliación entre Hamás y Fatah, que quizás acabe siendo otra tregua más, no es una buena noticia para el proceso de paz, dada la persistencia de los islamistas de Hamás en no reconocer la existencia del Estado de Israel.
Tampoco ha convencido a las partes el llamamiento del presidente para establecer un acuerdo conforme a las fronteras anteriores a la guerra de 1967, aunque quepan rectificaciones. Para unos es excesivo, y para otros es demasiado poco. Este es el riesgo de querer contentar a todos al mismo tiempo, con el añadido de que se está difundiendo la imagen de un Obama hostil o crítico con los israelíes, algo nada recomendable en vísperas de una reelección, lo que explicaría el discurso del 22 de mayo del presidente ante el influyente lobby judío americano de la AIPAC. Allí se recordaron las realizaciones de la alianza americano-israelí, manifestadas en el refuerzo de las sanciones contra Irán o en la transferencia de sofisticados sistemas defensivos. Un discurso que pretendía ser tranquilizador, aunque añadía poco a la alocución sobre Oriente Medio de tres días antes.
El efecto Zelig
Obama es pródigo en discursos, pero eso no implica una mayor claridad en la exposición de su doctrina. Es un hombre más de estilo que de contenidos. Sabe presentar con claridad unos principios, no pocas veces ilustrados con ejemplos históricos o simples detalles tomados de la actualidad que atraigan el interés o la emoción de los oyentes, pero a veces flaquea en el ámbito de las propuestas concretas. Quizás no sea un defecto sino la propia esencia del pragmatismo presidencial.
Ese pragmatismo, adaptable como un guante a las circunstancias, puede llevar a predecir que Obama no dejará una gran influencia ideológica en el partido demócrata, a diferencia de la impronta que dejó Reagan durante décadas entre los republicanos. Se entiende que algunos analistas políticos no hayan dejado de subrayar que Obama padece el efecto Zelig, en referencia a un film de Woody Allen que presentaba a un “hombre camaleón” capaz de mimetizarse con el medio. Las cuidadas referencias en sus discursos a Lincoln, Roosevelt o Kennedy, apoyadas por unos medios que las han amplificado a través de imágenes o comentarios, han contribuido también a alimentar la idea de que no es fácil definir el pensamiento político de Obama. Si hoy no aciertan a definirlo los analistas, menos lo harán los historiadores.
Nunca se presentó como moralista
En Europa los medios, junto con determinados partidos políticos, crearon la imagen, en plena campaña electoral, de Obama, el americano bueno, frente a Bush, el americano malo. Convirtieron al candidato demócrata en la expresión de una recta conciencia moral por oponerse a la guerra en Irak, cuando en realidad Obama nunca se presentó a sí mismo como un moralista o pacifista. En un discurso del 2 de octubre de 2002 en Chicago calificó a la contienda que se avecinaba como una “guerra estúpida”, y en esa misma intervención nombró explícitamente a los líderes saudíes y egipcios como opresores de su propio pueblo.
Sin embargo, en su reciente discurso sobre Oriente Medio no hay la más mínima referencia a la monarquía saudí. Obama no puede renunciar a la alianza estratégica, iniciada por Roosevelt en 1945, entre la América democrática y la monarquía feudal árabe. Hay en el discurso críticas a un aliado como Bahrein, importante base aeronaval en el Golfo Pérsico, porque está reprimiendo a la oposición, pero no se piden reformas para Arabia Saudí. Esto se llama pragmatismo, como también lo es el llamamiento de Obama al presidente Assad de Siria para que encabece la transición en su país por medio del diálogo.
No han faltado las comparaciones sarcásticas sobre si se hubiera hecho una petición en estos términos a Hitler durante la II Guerra Mundial. Y es que el miedo a que se altere elstatu quo geopolítico de Oriente Medio con la caída del régimen sirio, temor que puede compartir el propio Israel, parece prevalecer sobre la defensa de la democracia y de los derechos humanos. En Siria, a diferencia de Libia, está descartada toda intervención humanitaria. Después de todo, Obama opinaba en su campaña electoral que esas intervenciones pueden ser correctas en muchas ocasiones, pero algunas veces no son “una buena idea”.
El hombre que mató a Bin Laden
El pragmatismo de Obama salió ampliamente reforzado con la muerte de Bin Laden Más allá del castigo del autor intelectual del 11-S, cabe también intuir un objetivo relacionado con la carrera presidencial. Obama ha quedado en la Historia como el hombre que mató a Bin Laden, aunque el golpe de efecto no tenga la misma fuerza que si se hubiera producido unos años antes.
Lo principal es que el presidente se haya quitado el estigma de ser “débil” frente al terrorismo y un inexperto en temas de política exterior. La opinión pública americana valora más que se haya vengado a las 3000 víctimas de hace una década. Le tocó el corazón que en el discurso de Obama, comunicando la muerte de Bin Laden, se hablara de los niños que crecieron sin su padre o su madre, y le importan menos todos los análisis estratégicos sobre el mundo árabe.

domingo, 7 de abril de 2013

Cómo saldremos de ésta


Antonio Argandoña, Catedrático de Economía, Universidad de Barcelona
¡Pero si ya nos lo has contado un montón de veces! Sí, ya lo sé, pero la gente lo sigue preguntando un día y otro. Y con razón. ¿Es verdad que nos esperan diez años de recesión? ¿Saldremos el 2013? ¿Cuándo volveremos a crear empleo? ¿Cómo será todo esto? Aquí van algunas ideas.
  • Nos sacarán las empresas. Pero no las marcas, o las sedes centrales, o los consejos de administración, sino esas comunidades de personas formadas por propietarios (¡un paso al frente!), directivosempleados y, a menudo, también clientes y proveedores.
  • No nos sacarán los gobiernos. No pueden. No saben (deberían saberlo, pero, por lo que hacen, parece que no lo saben).
  • No nos sacará Europa. No saben, no pueden o no quieren. Les necesitamos, pero no pongamos demasiado confianza en ellos.
  • No nos sacará la demanda. El consumo no tiene posibilidades de crecer, a corto plazo. La inversión, un poco más (a remolque de las exportaciones), pero no mucho. El gasto del gobierno… no, por la austeridad (que, perdón, nos seguirá haciendo falta). Las exportaciones… sí, claro, hacen lo que pueden, pero no podemos confiar en ellas para dar empleo a los 6 millones de parados que tenemos.
  • Las nuevas tecnologías… bien, serán en su día un buen motor, en todo caso. Pero ahora no pueden.
  • ¿Qué pueden hacer las empresas, ante ese panorama? Primero, acabar de poner la casa en orden: reducir gastos (sí, claro, habrá que despedir a alguien más), apretar en la austeridad, aumentar la productividad, mejorar las capacidades competitivas, tener controlados a sus morosos
  • Cuando consigan lo anterior, mejorarán sus flujos de caja. No para echar cohetes, claro, pero al menos ya no perderán dinero. O sea: pasarán a decir ”de esta no me muero”. Vale: este es el primer paso para salir de la recesión. Flujos de caja positivos significa que no voy a depender del todo de los bancos. Esto será conveniente para la recuperación.
  • A partir de ahí, pasarán dos cosas (y perdón por meterme en el reino de la profecía). Una: volverá la confianza a los empleados: si la empresa no va a cerrar, mi puesto de trabajo está seguro. Dos: empresas saneadas empezarán a moverse: a pensar una inversión (¡uy, pero para el futuro, no para ahora…!), a buscar un nuevo mercado, a intentar una innovación… Y ya está: a eso le llamo yo “salir de la crisis” o, si se prefiere, “tocar fondo”.
  • ¿El cuento de la lechera? Bueno, funcionó así en las recesiones anteriores: la de los años 70, la de las reestructuraciones de los 80, la del 93…
  • ¿Qué más hace falta? Que no ocurran nuevos percances. Que Europa deje de hacer tonterías y se ponga a hacer los deberes (unión bancaria, unión fiscal, todo eso). Que el gobierno impulse las reformas (todas, por favor). Que la sociedad deje de lamentarse y empiece a hacer algo de provecho (bueno, algo hace, claro, pero quizás no en la vía de sacarnos de la crisis).
  • ¡Ah!, y las cifras macroeconómicas seguirán empeorando: PIB, empleo, consumo, todo esto. Por favor: no lean los periódicos, porque cuentan lo que acaba de pasar ahora como consecuencia de decisiones del pasado, no lo que está hirviendo en la olla, que no es fácil de medir, porque son expectativas, proyectos, optimismos, oportunidades captadas…
  • Y, finalmente, si las empresas nos van a sacar del agujero… por favor, que los empresarios y directivos se pongan las pilas. Hay mucho que hacer.

viernes, 5 de abril de 2013

La emoción de consumir


Colin Campbell, profesor emérito de la Universidad de York (UK), ha prestado particular atención a la sociología del consumo, especialmente en The Romantic Ethic and the Spirit of Modern Consumerism(1987). Alejandro N. García Martínez le ha hecho una larga entrevista publicada en Anuario Filosófico, XLIII/2 (2010), 261-277, de la que seleccionamos algunos párrafos. A pesar del tiempo transcurrido, tiene una actualidad rabiosa para buena parte de Occidente.
AG.— ¿Qué procesos y tendencias han sido relevantes para la consolidación de una cultura del consumo?
CC.— (...) El consumo moderno está ampliamente basado en la gratificación de deseos o querencias, mientras que el consumo tradicional se fundamenta principalmente en la satisfacción de las necesidades. La importancia de esto es de gran alcance, puesto que supone la elevación del yo al nivel de la máxima autoridad legitimada para la acción, y convierte a la imaginación en la facultad más importante del ser humano. Como consecuencia, las ensoñaciones y las imágenes de uno mismo, que se reinventa en diferentes personalidades y roles, se convierte en un proceso crucial para la perpetuación del consumo moderno.
AG.— En nuestros días, los centros comerciales o grandes almacenes se han convertido en enormes espacios recreativos donde uno puede desarrollar múltiples actividades de ocio, entre las que se incluyen, obviamente, aquellas referidas a la compra de productos. También es posible quedar para “ir de tiendas” sin realizar, de hecho, compra alguna… ¿Cómo están relacionados el consumo y el ocio?
CC.— Esencialmente, se tratan de lo mismo –la indulgencia de las necesidades construidas y los deseos–. Una vez que se ha cubierto la compra rutinaria de víveres o suministros básicos (la compra semanal en el supermercado, por ejemplo) –lo cual constituye sólo una pequeña parte de las compras que realizan los adinerados occidentales– ya no existe ninguna diferencia entre las experiencias placenteras que se producen por el hecho de ir de compras y las que se producen por la realización de otras actividades que se llevan a cabo durante el tiempo libre, tales como hacer turismo, salir a cenar o ir al cine. Cuando las actividades giran en torno al placer que se obtendrá como fruto de una experiencia, el desencadenante específico –sea una comida, una película, unas vacaciones, un producto comercial como una joya, un vestido, o un coche, etc.– es algo que resulta irrelevante.
Emociones fugaces
AG.— En su artículo titulado “Shopping, Pleasure and the Sex War” (1997) señala algunas diferencias de género en relación con las conductas y actitudes ante una situación de compra. ¿Cuáles son las razones culturales para estas diferencias? ¿Cree que estas diferencias existen todavía en la actualidad?
CC.— La revolución cultural de los años sesenta supuso una vuelta al romanticismo y el rechazo de los valores racionales o instrumentales a favor de la expresividad y de un mayor énfasis en las emociones. Naturalmente, esto favoreció el rol del género femenino (que es tradicionalmente definido en estos términos) y actuó en contra del estereotipo de masculinidad. Al mismo tiempo, esta transformación encajó perfectamente con una cultura del consumo, que necesita de una actitud emocional expresiva y que permite garantizar la continua creación de necesidades. En la medida en que actualmente vivimos en una cultura dominada por “valores femeninos”,
con una consiguiente “crisis de masculinidad”, se puede decir que las consecuencias de aquel proceso han sido de largo alcance. Para que se produzca un cambio en esta situación se necesitaría hallar una nueva fuente de legitimación más allá del yo experiencial. Sin embargo, veo pocos signos de que algo así esté sucediendo.
AG.— En su tesis acerca del consumo y las motivaciones, apela a conceptos como los de imaginación, emoción o deseo.¿El deseo es una forma de emoción?
CC.— Esencialmente, como sugería anteriormente, el consumo es una actividad en la que el placer es obtenido a partir de la emoción o de las emociones que acompañan “a la experiencia”. Esas emociones son, sin embargo, necesariamente fugaces y, por consiguiente, también lo es el placer que generan. El deseo, o en un sentido más genérico todo tipo de “anhelo”, es lo que “se busca” en el placer repetidamente experimentado. En este sentido, se trata de la fuerza que nos impulsa a buscar más y más “experiencias” placenteras. Se trata de una “emoción”, pero una que se encuentra
vinculada a la experiencia imaginada de eventos futuros más que a la experiencia real de un acontecimiento actual.
Los gustos y la identidad
AG.— En su artículo “I Shop Therefore I Know That I Am: The Metaphysical Foundations of Modern Consumerism” (2004) afirma que a través del consumo nos expresamos a nosotros mismos y manifestamos realmente quiénes somos. En este punto, algunos enfoques estructurales podrían argumentar que esos gustos son construcciones sociales (por ejemplo, Bourdieu), y que reproducen la estratificación social… En su opinión, ¿existe alguna dimensión social que pueda ayudar a explicar nuestros propios gustos o preferencias?
CC.— Por supuesto, los criterios de gusto en una sociedad seguirán a las delimitaciones de clase, de raza o étnicas, ya que los criterios de gusto son una característica de la cultura. Por lo tanto, en una sociedad multicultural tanto como en una sociedad altamente estratificada, la naturaleza de los gustos de las personas estará
ampliamente estructurada por su propio contexto. Pero, originalmente, mi interés no residía en analizar el contenido de los gustos de la gente. Lo que me interesaba era el hecho de que los individuos, cada vez en mayor medida, consideran sus gustos como
aquello que los define –como la característica que les dice a sí mismos quiénes son–, y esto en oposición con cualidades más convencionales tales como la profesión o la fe religiosa. La “dimensión social”, como Ud. lo ha expresado, bien puede explicar el
contenido de los gustos de un individuo, pero ¿qué explica el hecho de que estos mismos individuos consideren sus gustos como la característica crucial que los define?
AG.— Recientemente se ha publicado mucho sobre consumo responsable, por ejemplo bajo el rótulo de “consumo ecológico”.¿Hasta qué punto es verdad que nuestras elecciones en el mercado implican compromisos morales?
CC.— (...) Conviene recordar que el consumo ecológico no es la primera manifestación de las elecciones morales deliberadas que operan a la hora de elegir los bienes de consumo. Este tipo de conductas tiene una larga historia: desde el “temperance
movement” (contra el consumo de alcohol), a los boicot organizados como medida de protesta contra algunos regímenes (por ejemplo, el que se hizo contra el apartheid en Sudáfrica), o contra productos considerados inmorales por alguna razón (como son los movimientos en contra del uso de pieles naturales como abrigos, o la oposición ante determinados cosméticos que habían sido testados en animales, etc.). En este sentido el consumo fundado en razones éticas no es un fenómeno nuevo. La novedad que aporta el movimiento ecológico reside en lo que se ha denominado como neopuritanismo o la convicción de que las consideraciones éticas significan que uno debe reducir el consumo en general, y no sólo el consumo de ciertos productos.

"Cristiada", la historia verdadera


Estos próximos días estaré en España, presentando una gran película de aventuras sobre la libertad, la fe y el compromiso con los demás.
Me refiero a Cristiada (For Greater Glory es el título con el que podrás verla en los cines de tu ciudad).
Si estás en Madrid el próximo lunes 8 de abril, te invito a asistir a la proyección especial de 'Cristiada' en el cine Palafox (ver en el mapa), a las 7 de la tarde, organizada por HazteOir.org, a la que asistiré personalmente.
Después de la película, haremos un coloquio y estaré encantado de responder a tus preguntas y comentarios sobre la película.
Haz clic en este enlace para reservar ahora tu butaca. Recuerda que el aforo es limitado:
http://es.amiando.com/cristiada.html
Cristiada es, ante todo, cine épico en la mejor tradición de este género.
Una superproducción mexicana dirigida por Dean Wright y con un cartel de grandes actores y actrices.
Para mí, ha sido un honor compartir el reparto de esta película con Andy García, Peter O'Toole, Eva Longoria, Óscar Isaac, Catalina Sandino Moreno y Santiago Cabrera.

Pero Cristiada es más que puro entretenimiento.
Es una historia sobre la libertad y la fe, sobre la amistad y el compromiso, sobre la lealtad y el amor.
Seguro que ya has oído hablar de ella y sabes que está ambientada en la guerra cristera que mi país, México, vivió entre 1926 y 1929.
Fue un tiempo muy difícil y cruel, en el que se perseguía a las personas por creer en Dios.
Esta película te mostrará una parte de la historia del siglo XX que tal vez no conozcas y que a muchos les gustaría que no conocieras.
Asistiré a la presentación especial organizada por HazteOir.org el próximo lunes 8 de abril a las 7 de la tarde en el cine Palafox (ver en el mapa) y me gustaría compartir esa sesión contigo, si estás en Madrid.
Después de la proyección, hablaremos sobre la película y agradeceré mucho tus comentarios.
En el siguiente enlace puedes reservar ya tus butacas para esa sesión especial, el próximo lunes 8 de abril a las 7 de la tarde:
http://es.amiando.com/cristiada.html
Espero encontrarme contigo este próximo lunes 8 de abril en Madrid.
¡Gracias por amar el cine y por tu compromiso con la libertad de conciencia!
Eduardo Verástegui y todo el equipo HO
PD.- Recuerda que 'For Greater Glory' se estrena este viernes 5 de abril en cines de toda España. Consulta la sala más próxima en tu ciudad, haciendo clic aquí. 
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"ERES LA CULPABLE DE ESTE EMBARAZO"


Abc digital, 5.04.2013

Los jóvenes de entre 20 a 30 años suelen ser los que «no quieren saber nada» de los embarazos no deseados.

Cada año entre 2.000 y 3.000 mujeres embarazadas llegan a RedMadre en busca de una tabla de salvación con la que afrontar una de las decisiones más importantes de sus vidas: quieren tener al hijo que esperan, pero por presiones de la pareja, familiares, sociales y/o económicas se ven abocadas al aborto. Muchas de estas mamás están solas, abandonadas... necesitadas de ese enorme y seguro apoyo que solo puede facilitarles el padre de su hijo. Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando. Desde hace dos años RedMadre recibe también, junto a esas desesperadas madres, las visitas de padres que no quieren dejarlas solas.
Y aunque pueda parecer sorprendente, son los más jóvenes, los adolescentes de 14 y 15 años los más comprometidos con las menores embarazadas. «Las apoyan en su papel de madres y en su propia paternidad. Se comprometen a estudiar y trabajar para sacar adelante a ese niño que tiene que nacer, incluso se quieren casar con ellas. Dice: aquí estoy para ayudarla, no la voy a dejar sola, estaré a su lado», explica Carmina García, directora general de RedMadre.
¿Es un gran sentido de la responsabilidad, madurez, amor por la futura madre, por el bebé...? Esa valiente reacción de compromiso tiene también que ver con el despertar de la adolescencia. «Es también ingenuidad e imprudencia —dice Carmina—. Son adolescentes que no han aterrizado todavía en la vida y no tienen conciencia plena de lo que es ser padre, pero tienen la hombría de querer acompañar a su pareja y no dejarla sola».
Lo que falta en hombres mayores, según Carmina. Muchos jóvenes de 20 a 30 años no quieren saber nada de la mujer con la que han mantenido relaciones sexuales y se ha quedado embarazada, sobre todo si no es su pareja estable. «Son hombres más despreocupados, no quieren asumir responsabilidades. Ni que la madre les reclame nada después del nacimiento del niño. La mayoría de las veces abandonan a la embarazada». Pero hay casos peores, los que culpan a la mujer de quedarse embarazada, los que las fuerzan a abortar y los que las maltratan cuando conocen la buena nueva. «Conocimos el caso de un hombre que estaba dispuesto a pagar 1.400 euros por un aborto de 21 semanas. La decía a la mujer que era una inútil y que no quería que tuviera un hijo suyo».

También los maridos las apoyan

Como consecuencia de la crisis, el perfil de las mujeres que atiende RedMadre también está cambiando. Ahora, cada vez más madres de familia, casadas o con pareja, con uno o dos hijos, se acercan a esta organización a pedir ayuda porque la familia no llega a final de mes y en camino viene un bebé al que temen no poder cuidar por falta de recursos. «Y siempre vienen acompañadas y apoyadas por sus maridos. La pareja se plantea que si ahora les es casi imposible sacar adelante a dos niños, no van a poder cuando llegue el tercero. Por eso, vienen a pedir ayuda: no quieren abortar, pero no ven otra solución para salir adelante».

jueves, 4 de abril de 2013

Detrás de una sonrisa encontré la verdad



 “Mi nombre es Sissi, soy de Cantón, en China. He conocido la fe católica en España". Su camino hacía Dios no ha sido fácil, por la influencia en su educación de las religiones orientales, como de budista o la daodista. Pero aun así, seguía buscando la Verdad. Y la encontró detrás de una sonrisa. Las chicas del CET (Centro de Estudio y Trabajo) donde trabajaba "eran personas muy alegres". El 18 de mayo de 2012, después de rezar mucho, "Dios me hizo ver que la solución a todas mis preguntas se encuentran en la fe católica, por eso decidí bautizarme”.

¿Qué le pasa a la ONU?

   Por    Stefano Gennarini, J.D       La ONU pierde credibilidad con cada informe que publica. Esta vez, la oficina de derechos humanos de ...