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martes, 25 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad! (pero la Navidad es Jesucristo)


La Navidad invita a la tradicional felicitación por estas fiestas, aunque algunos se limitan a desear un buen año  nuevo y otros unas buenas “fiestas” en general, pero no pueden ocultar, a pesar de los esfuerzos, su origen cristiano.

La Navidad es el recordatorio de que Dios vino a vivir con nosotros, en esta tierra, para siempre.  ¿Qué quiero decir cuando digo “Navidad”? ¿Qué siento cuando digo o escucho “Feliz Navidad”? ¿En qué pienso cuando pienso en la Navidad?

Lo esencial de la Navidad es Jesucristo. Sin Jesucristo no hay Navidad y sin Jesucristo no hay cristianismo. Celebrar la Navidad es poner a Jesucristo en el centro de nuestra vida, de nuestra historia.

La Navidad no es una historia antigua. La fiesta de Navidad es la fiesta de la cercanía de Dios. Lo que algunos medios de comunicación dicen sobre la religión cristiana, no se parece en nada a lo que un verdadero cristiano cree y vive. El cristianismo no es, sobre todo, un conjunto de dogmas; ni una moral, como tantas otras; no es una organización con fines políticos que trata de tener poder y su influencia. Es cristiano, en primer lugar, el que se ha encontrado con Dios, hecho hombre en Navidad. Por esto, nuestra vida no es una pasión inútil, ni un valle de lágrimas, ni una ocasión para pasarlo bien (porque, total, son cuatro días): Dios está aquí.

Cuentan los Evangelios que, cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús, cantaban pidiendo la paz para los hombres de buena voluntad. Este es también mi deseo para todos vosotros en estas fiestas, y para el año que viene.

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