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lunes, 22 de noviembre de 2010

Joaquín Navarro-Valls cree que la misión actual de los cristianos no es pensar en “sobrevivir” sino en “expandirse de nuevo”


El presidente del Consejo Asesor de la Universidad Campus Bio-Médico de Roma, Joaquín Navarro-Valls afirmó ayer en la conferencia de clausura del XII Congreso Católicos y Vida Pública ‘Arraigados en Cristo: firmes en la fe y en la misón’, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el CEU, que “la fe no puede hoy jugar a la defensiva”. “Hay quienes no están convencidos de que ‘ser’ siempre es mejor que ‘no ser’”, lo que explica que muchas veces “la nueva vida sea vista como una amenaza”, dijo
José Francisco Serrano Oceja, director del Congreso Católicos y Vida Pública y también director de contenidos de Analisis Digital, fue el encargado de presentar ayer al ponente a los asistentes. “Una iglesia que no comunica no es Iglesia, dijo, y Navarro-Valls ha sido el ángel de la guarda de la comunicación en la Iglesia, de Juan Pablo II, del magisterio de quien nos preside en la caridad”. Según expuso, “nos ha ayudado a entender que la Iglesia y la fe también son comunicación”.

En su magistral ponencia sobre “La misión del cristiano en el mundo de hoy”, el presidente del Consejo Asesor de la Universidad Campus Bio-Médico de Roma y director de la oficina de prensa de la Santa Sede de 1984 a 2006, sintetizó en dos palabras el tema de su conferencia: “santificarse y santificar”. “La religion es, por tanto, -señaló- tema de actualidad”.

En este sentido, señaló que la religion “ya no es una tradición sino una perspectiva de vida futura que hay que recrear, inventar y construir” para dar una posiblidad nueva al mundo actual. Por ello, pidió un cambio de perspectiva frente a los desafíos de nuestro tiempo. Y es que “después de decenios, siglos, en los que los cristianos han luchado contra la ‘descristianización’, y en el contexto de neopaganismo actual, la fe no puede permanecer a la defensiva”. El cristianismo, dijo, “ya no debe ser visto como una tradición que sobreguardar, sino como la perspectiva de una vida futura que hay que recrear”. Es decir, que la pregunta que hoy ha de interpelar a los creyentes no es “si el cristianismo sabrá sobrevivir”, sino si sabrá “expandirse de nuevo”.

Una misión que encierra sus dificultades, dado el presente contexto cultural. En este punto, se refirió al relativismo imperante, al que definió como la “tendencia a construir la propia certeza al margen de la verdad”. En íntima relación con esto se entiende también el hecho de que muchas personas “no estén convencidas de que ‘ser’ siempre es mejor que ‘no ser’”, algo que explica que en ciertas ocasiones “la nueva vida sea vista como una amenaza”.

En este escenario, la principal fuerza del cristiano debe ser, tal como ha explicado Navarro-Valls, la irradiación a través de su pensamiento y de su actuar de su encuentro personal con Cristo. “Cuando el cristiano se comporta como cristiano convence siempre”, ha dicho al respecto. En este sentido, considera que “es necesario e inevitable hacer el esfuerzo por hacer verosímil lo verdadero”.

En esta misma línea afirmó que la fe va a donde va la persona y que “si hoy se quiere vivir la propia fe como misión hay que ir al mejor de los modelos posibles: Jesús” y declaró rotundamente que “el laicismo representa una confusión básica entre el ámbito político y el religioso”.

Navarro-Valls comenzó su exposición tratando de definir las claves que identifican a la religión como tal. Ésta no debe ser reducida a su vertiente histórica, cultural o moral. “A Dios puedo confiarle toda mi vida, a un código moral ni un solo día”, declaró. “La religión –prosiguió- es un valor absoluto, universal y humano y es el único modo de superar el multirelativismo”. Como tal, “la política ha de ocuparse de ella no desde un plano cultural sino antropológico”. Esto implica reconocer la intrínseca vocación a la vida pública de lo religioso y debería llevar a los poderes públicos a “considerar la religión un derecho común indispensable para el bien de todos”. Sin embargo, declaró que “no puedo rezar sin creer en un dios personal”.

Concluyó mencionando que nos hace falta en esta misión del cristiano con el ejemplo de Teresa de Calcuta, Escriva de Balaguer y Juan Pablo II. 

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