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miércoles, 28 de abril de 2010

A propósito del velo islámico

Lejos de arreciar, el debate sobre la presencia del velo islámico en la escuela se ha hecho más intenso en los últimos días, coincidiendo, además, con el anuncio de la nueva Ley de Libertad Religiosa.

Carlos Jariod, profesor de filosofía y Presidente de la asociación de profesores Educación y Persona publica hoy en Análisis Digital un magnífico artículo que nos interpela sobre algunas de las claves para entender este debate.

Transcribimos a continuación el texto íntegro del artículo de Carlos Jariod.

A PROPÓSITO DEL VELO ISLÁMICO

No se llama Najwa, sino Shirley Chaplin. Tampoco es adolescente ni musulmana; tiene cincuenta y cuatro años, es enfermera y anglicana. Como Najwa, vive Shirley un problema que le preocupa: no le dejan llevar una pequeña cruz en el Hospital inglés donde trabaja. La lleva desde que se confirmó, hace cuarenta años. Si quiere seguir trabajando en el Royal Devon and Exeter NHS Trust Hospital, tiene que arrancarse la cruz del cuello. Shirley recurrió a la justicia de su país y… perdió. Lo cuenta Pedro Fernández Barbadillo en su artículo “Hospitales británicos: crucifijos no, mangas para musulmanas, sí”, en Infocatólica.

Lo más curioso es que en los hospitales británicos, según informa la prensa de aquel país, “las sanitarias de fe islámica podrán cubrir sus brazos para salvaguardar su pudor a pesar de una orden anterior, según la cual los brazos de todos los trabajadores deben estar «descubiertos por debajo del codo»”.
A mi juicio el problema del velo es el problema de la Cruz; es decir, la presencia pública de los símbolos religiosos en nuestras sociedades secularizadas. Es esto lo que ha indicado recientemente D. Juan Antonio Martínez Camino cuando ha recordado el artículo 16.1 de nuestra Constitución (“Se garantiza la libertad ideológica, religiosa o de culto de los individuos y de las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”).

En una sociedad plural todos los símbolos religiosos pueden ser exhibidos públicamente. El límite está en el orden público protegido por la ley. La distinción, realizada por el ministro de educación, entre símbolos privados –prendas de vestir o símbolos personales, como cruces, rosarios o vírgenes- y símbolos públicos –el crucifijo en las paredes de los colegios, por ejemplo- es inconsistente: en todos los casos se hace un uso público de un símbolo religioso, aunque quien los porte sea un particular. Un símbolo es siempre público, porque es siempre cultural; poco importa que el poseedor de la cruz o de la hijab sea un particular o se exhiba por parte de una institución. Como hemos visto, en Gran Bretaña lo tienen claro. Parece que también lo está para la vicepresidenta primera del gobierno, que ha vinculado la regulación del uso del velo con la ley de libertad religiosa en ciernes.

Volvemos a encontrarnos con el uso perverso de la palabra “público”. Para los laicistas esta palabra designa inmediatamente lo estatal, lo administrativo. Pero público designa lo que es de todos, lo que nos conforma como comunidad ciudadana, diversa y plural. De ahí que los crucifijos, como símbolo religioso de una mayoría cultural de españoles, no deberían ser retirados, Afirmar, como hacen los laicistas españoles, que un colegio público no debe mostrar ninguna manifestación religiosa (crucifijos, villancicos, belenes, etc.) es racionalmente necio e ideológicamente perverso.

Me parece que hay que dejar sentado este principio de igualdad de los símbolos religiosos en una sociedad como la nuestra para zafarnos de la confusión provocada por el famoso velo de Najwa. La izquierda no ha sabido dar un mensaje común y la derecha, como siempre, mira de perfil. Sólo Esperanza Aguirre, también como siempre, ha sido la única que ha logrado lanzar un mensaje bastante razonable.
La confusión, además, se agrava por el carácter ambiguo de la prenda. Muchos afirman que la hijab es símbolo de sumisión de la mujer, pero aún no he leído ni escuchado a nadie que me convenza concluyentemente de ello. Más bien parece que la muchacha muestra una decisión difícilmente explicable por una mera sumisión a un padre dominante. Como profesor yo mismo he tenido la oportunidad de conocer a chicas con esta prenda y nunca me pareció que la llevaran a disgusto. Por cierto, no es infrecuente que algunas de ellas, pasados los años, se despojen del velo sin ningún problema.

El problema del velo no es otro que el de la posibilidad de integración en un país democrático occidental de una religión ajena a los valores europeos, enemiga de ellos, que no obstante es la religión de casi un millón de habitantes de nuestro país. Y ante ese problema aún no tenemos soluciones. Como profesor de filosofía que soy me interesa mucho más no tanto “resolver” el caso Najwa, como las razones de la confusión general que afecta a España y a Europa ante situaciones análogas. Propongo al menos los siguientes motivos:

1. Por parte del laicismo se cruzan su simpatía por el Islam como enemigo natural del cristianismo y el hecho de que el Islam considera a la mujer como un ser de segunda categoría, inferior al hombre. El laicismo vive aquí una contradicción: su hostilidad a la Iglesia Católica le lleva a aliarse con una religión que pisotea a la mujer. El velo de Najwa corre el riesgo de hacer visible esa incómoda contradicción.

2. Régis Debray escribió hace años en El País: “La religión no es el opio del pueblo, sino la vitamina del débil. ¿Cómo impedir a los menos privilegiados el lanzarse por esa vía si los estados democráticos no tienen otra mística que proponer que la prosperidad material en perspectiva?”. Reducir la religión a la vida privada no deja de ser una necedad pueril, pues el corazón humano está hecho para Dios. Los símbolos del Islam son, también, símbolos religiosos y ponen al laicismo –a Europa- en el brete de hacer una propuesta humanista. El laicismo se ve obligado a crear una nueva religión, una religión civil. (Nada nuevo: los ateísmos siempre han levantado sus ídolos, ídolos de muerte y destrucción). El velo de Najwa coloca al laicismo en la tesitura de responder culturalmente al deseo de Dios de hombres y mujeres procedentes de otras latitudes. Pero el laicismo no está preparado para ello. Lo único que propone es “regular” o legislar”, es decir, controlar.

3. Por último, mucha confusión entre cristianos. Éstos han aludido a los valores democráticos de nuestro país (?) y, resentidos por la reciente retirada de los crucifijos, aplauden la retirada de símbolos religiosos musulmanes. La contradicción es flagrante: símbolos cristianos sí, símbolos musulmanes no. La única diferencia que puede reconocerse entre símbolos religiosos de diferentes religiones, desde una perspectiva meramente civil, es el respeto a la dignidad de las personas. Sólo si quedara demostrado que los símbolos religiosos musulmanes son contrarios a la dignidad de las mujeres, deberían ser prohibidos. Ahora bien, si fuera así, ¿no deberíamos prohibir el mismo Islam?

Aprecio un cada vez mayor victimismo entre los católicos españoles. El peor enemigo de la religión en España no es Zapatero, sino la tibieza de nuestra fe. Si los crucifijos se retiran no es sólo por el laicismo, sino porque no hemos sabido dar testimonio público de lo que somos. El velo de Najwa no es un peligro, sino un reto. El reto de volver a descubrir lo que podemos aportar los cristianos al bien común.

Carlos Jariod Borrego
Presidente de Educación y Persona

ANÁLISIS DIGITAL

¿Y SI EJERCEMOS DE PADRES?

En los cursos de liderazgo del Iese enseñamos a los directivos tres premisas fundamentales a la hora de tratar con sus colaboradores: exigir como un jefe, enseñar como un maestro y amar como un padre. ¿Qué significa esto último? Amar a un hijo incluye exigirle y ayudarle a alcanzar su máximo potencial como persona.

Padres y madres son modelos y guías de sus hijos, y tienen un papel insustituible como líderes de estos, pero también pueden ser contraejemplos que les generen rechazo. Muchos padres Almudi.org - ¿Y si ejercemos de padres?viven en un entorno muy materialista. Copian lo que ven alrededor, lo que se lleva, y consienten a sus hijos porque, de otro modo, parece que no les quieren lo suficiente y lo pasan mal. Pero el niño no es un juguete que me hace sentir bien. Es alguien que vale por sí mismo.

Hay padres que sólo valoran la preparación técnica que les dan o les sumergen en regalos, viajes, actividades extraescolares... Hacen de ellos niños estresados, lo que puede derivar en activismo o adicción al trabajo. No les forman, porque ni saben ni llegan a todo, y las situaciones les sobrepasan. Les falta tiempo y energía para dedicarse a ellos. Como van cansados, procuran que el niño no enrede. Y si enreda, no le frenan. Evitan los problemas pensando que se solucionan solos.

Querer implica no sólo mimarles, darles cosas o llenarles la agenda, sino conocer el mejor camino de desarrollo personal y guiarles por él, corrigiéndoles aunque no apetezca, produzca enfrentamientos y se vean pocos resultados a corto plazo. Los hijos precisan referentes confiables y estables, porque copian lo que ven.

Un monitor de esquí explicaba a su pupilo de cinco años cómo deslizarse por la pista, cómo girar y repartir el peso sobre los esquíes. Tras varias bajadas llenas de caídas, cambió de táctica y le dijo: “Sólo sígueme”. Y el niño le siguió, logrando lo que antes había sido incapaz de hacer.

Levine decía: “Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no lo vuelve pianista”. Padres y madres tienen que entrenarse para ser líderes. Nadie da lo que no tiene. Tenemos que formarnos para ser los mejores referentes y ofrecerles lo que es realmente bueno para ellos a largo plazo. No lo fácil y lo que piensa todo el mundo. Los padres debemos ser los principales protagonistas en la educación de nuestros hijos. Nos jugamos su felicidad.

Nuria Chinchilla y Maruja Moragas, profesoras del Iese, Centro Internacional Trabajo y Familia
LA VANGUARDIA

domingo, 25 de abril de 2010

EDUCACIÓN DE LOS HIJOS EN LA SEXUALIDAD




LA SITUACION


1. A diferencia de las niñas cuyos cambios, al llegar la pubertad, obligan a las madres a prestarles atenciones y explicaciones, en el caso de los varones sigue siendo infrecuente que su padre se adelante a realizar la misma tarea.

2. Unos piensan que a los 10-11 años es innecesario y que su hijo carece de cualquier interés o preocupación por ese tema. Que el problema afecta a hijos de otras familias que no tienen casi nada que ver con el estilo de la suya.

3. Además, razonan bastantes padres, las clases de Conocimiento del Medio y de Religión, proporcionan conocimientos científicos y morales suficientes para esa edad. Y no deberíamos olvidar que una cosa es lo que los niños estudian en los libros y otra lo que experimentan en sí mismos o en el ambiente que les rodea.

4. Todos tienen una gran curiosidad, que es ya indicio del profundo influjo que la condición sexuada del hombre varón o mujer ejercerá en la formación de su personalidad: están muy atentos a las conversaciones de los padres que tratan, aunque sea incidentalmente, estas cuestiones; buscan palabras en los diccionarios: y, por desgracia, siguen llegándoles interpretaciones antropológicamente reduccionistas y moralmente degradantes.

5. Tienden a adoptar conductas imitativas; y a experimentar con juegos y ficciones que revelan la profunda fascinación que empiezan a sentir. Por desgracia, algunos adquieren prácticas viciosas, con una responsabilidad moral limitada, pero que lastran la formación de una personalidad integrada.

CAMBIOS CORPORALES


6. Empiezan a experimentar el crecimiento y la erección del pene. Es muy raro que un padre explique que se debe a la acumulación de sangre en esos tejidos como un globo hinchado de agua que deja de estar flácido,  para permitir un día que el esposo deposite la semilla de la vida en el interior del cuerpo de la esposa.

7. Así podrían tener la tendencia a relacionarlo con algo "guarro". Hay que hacerles ver que, muchas veces, se produce espontáneamente como parte de su proceso de crecimiento y maduración. Les ayuda mucho escuchar a su padre que esos cambios corporales y otros tienen que ir acompañados también por una maduración de su carácter. Dios les prepara largamente para que lleguen un día a ser capaces de un amor tan grande que, con su futura esposa, puedan colaborar con Dios en el aparecer de la novedad más maravillosa de la creación: una nueva persona humana llamada a la vida y a ser hija de Dios, y del amor que puede ser su origen. Por eso se aprende a crecer de quienes les aman y les pueden ayudar: Jesús y sus padres; y también el sacerdote y el preceptor. Cuando uno no se educa bien, después es muy difícil que pueda amar bien. Y si se fracasa en amor, se sufre y se hace sufrir mucho. No hay que tener ninguna vergüenza de preguntar nada sobre la sexualidad, porque lo que Dios ha hecho bueno no es vergonzoso.

8. También conviene explicarles que esos movimientos corporales pueden causarles una pequeña incomodidad, y que no es indecoroso colocar bien los órganos corporales, ni practicar la necesaria limpieza higiénica. Algunas veces los movimientos corporales son provocados por el despertar de imaginaciones impuras, o inducirse por la advertencia de los valores sexuales de otra persona real o imaginada. En esos casos hay que aprender a no pasar del “ver inevitable” al “mirar voluntario”, o apartar una imaginación obscena centrando la atención en lo que hacen o en algo que les gusta y es bueno: charlar, cantar, leer, recordar un gran partido o película, pensar planes atractivos, etc. Siempre es una buena ocasión para pedir la protección de la Virgen María, Madre del Amor Hermoso, que les ayudará a triunfar en su educación para el amor. Hay que dejarles muy claro que sólo puede ser pecado grave lo que se advierte y consiente plenamente (y no las ocurrencias que no se admiten, los sueños, las poluciones nocturnas que aparecerán más adelante, aunque vayan acompañadas de imágenes, etc.).

9. Cuando han hecho algo que les inquieta, lo mejor que pueden hacer es consultar al sacerdote que les enseñará a distinguir lo que está bien y lo que está mal, lo que es más o menos grave. Y si han hecho o sufrido de otros -sobre todo si son del mismo sexo- algo que les da mucha vergüenza, con más razón hay que consultarlo porque se quedarán muy tranquilos y contentos para siempre.

10. Cuando han adquirido alguna costumbre viciosa, aunque no se exagere su responsabilidad moral -ya les ayudará el confesor-, tampoco conviene quitarle importancia (como si no fuera más que un erupto), ayudándoles a rechazar con energía y con la ayuda de Dios, las ocasiones asociadas a esas prácticas. Así aprenderán a integrar su sexualidad en su libertad y se harán capaces un día de la entrega amorosa de sí mismos.

11. Conviene hacerles ver que, como el hombre es capaz de utilizar de modo antinatural sus facultades (la inteligencia para hacer daño, la lengua para insultar), también puede usar mal los órganos sexuales. Lo que llaman una "paja" (masturbación) es una conducta antinatural, que ni siquiera practican los animales, salvo las conductas imitativas de los monos. Pueden responder a quienes les invitan a esos "experimentos" que eso es ponerse por debajo de ellos.

12. Se puede y se debe hablar bien de lo que Dios ha hecho bueno: del sexo, de la belleza femenina de las chicas. Pero ni ellos son cerdos ni las chicas son vacas, y tienen que saber cortar conversaciones de otros que tienen una visión exclusivamente zoológica de estas realidades. Pero también conviene ayudarles a comprender la diferencia entre una conversación impura, un taco, un chiste picante. Aunque suenen mal en la boca de un chaval bien educado, no todo tiene la misma relevancia moral. No todo es “guarro" o "impuro” en la misma medida. Gravemente impuro es la expresión o la incitación del deseo de realizar un acto sexual -"hacer el amor”- con una chica (con chicos no suelen decirlo), porque ese acto es verdadero y bueno cuando es la expresión corporal del amor del esposo a la esposa. Y no cuando utiliza simplemente a una persona como objeto de placer: ofende a la dignidad del amor, a la dignidad de quien habla así y de la persona de quien no habla.

Al explicar la sexualidad conviene evitar un enfoque utilitarista ("es para procrear hijos”) o hedonista ("es para producir placer"). La sexualidad es una dimensión de la persona orientada a un amor específico y muy profundo: el amor esponsal. Y el amor esponsal entre varón y mujer, cuando es verdadero, es una donación comprometida, fiel unión matrimonial indisoluble y abierta al don de los hijos. El placer que acompaña la unión conyugal es mucho más que un goce físico: es la alegría de una comunión personal y total.



EL PUDOR. OTRAS CAUTELAS


17. Los chavales tienen tendencias imitativas que les llevan, a veces, a experimentos (con objetos sustitutivos de una chica, o entre ellos). Hay que saber no hacer tragedias de comportamientos infantiles y, a la vez, poner de relieve su anormalidad (igual que es anormal la bestialidad).

18. Por eso, lo que más les ayuda en la educación para el amor es ver el ejemplo de sus padres fieles y enamorados: eso puede más que toda la presión de un ambiente neurotizado por una visión reductiva del hombre y de la sexualidad -separada del verdadero amor- que les llega en múltiples mensajes.

19. Sería ingenuo temer herir su sensibilidad y dejar que la destroce ese ambiente. Es preferible no preguntar directamente, sino dar por supuesto lo que es normal (“a tu edad, a los chicos les pasa..." ), o adelantarse a encontrar una salida a lo que no es tan normal ("hay chicos que, a tu edad, por afán de experimentar y por ignorancia hacen...,"). "Cuando a ti te pase o si a ti te ha pasado lo que tienes que hacer es...”). Les ayuda mucho comprobar que sus padres les comprenden y les ayudan a comprenderse, y les enseñan a poner en relación lo que van a experimentar, y sus luchas, con el amor en toda la belleza que tiene según el plan de Dios.

20. Además, la educación para el amor se va alcanzando por otros muchos caminos, en los que aprenden a adquirir el dominio de sí, característica de la libertad y en los detalles de generosidad propios del amor. Y con la confianza en la gracia de Dios de quien procede todo amor verdadero y, la fuerza para vivirlo.


viernes, 23 de abril de 2010

Para estar informados

Las claves de la campaña contra Benedicto XVI

Adjunto abundante material seleccionado para conocer, perfectamente y sin deformaciones, lo que sucede en estos momentos en los medios de opinión pública.

El caldo de cultivo de la pedofilia


Publicado por Alejandro Navas el 13 de Abril de 2010 en Política y Sociedad.
Hace veinticinco años, el partido de Los Verdes de Renania Westfalia pidió  la supresión de los artículos 174 a 176 del Código Penal alemán, relativos a los abusos sexuales en situación de dependencia y a la pedofilia. Para justificar esa petición se decía: “La sexualidad practicada de común acuerdo es una forma de comunicación entre seres humanos de cualquier edad, sexo, religión o raza, y debe estar a salvo de toda limitación”. El sexo con niños “resulta para ambas partes agradable, productivo, estimula el desarrollo; en resumen: es algo positivo”. “Las relaciones sexuales entabladas de mutuo acuerdo no se deben criminalizar… No es aceptable que se amenace con penas de hasta diez años de prisión a adultos que se toman en serio los deseos sexuales de niños y adolescentes y mantienen con ellos relaciones amorosas”.  Ese texto se modificó posteriormente, pero de entrada se aprobó con 76 votos a favor y 53 en contra y pasó a formar parte del programa del partido.El caso de los verdes alemanes no constituye un hecho aislado. En el contexto de la revolución sexual de los sesenta  y de la convergencia de planteamientos inspirados en Marx y en Freud, socavar los viejos tabúes de la moral sexual tradicional parecía un objetivo inseparable de la lucha contra el orden social capitalista-burgués. El fenómeno rebasa el ámbito de la política y se hace  perceptible en la pedagogía y en la cultura en general. La erosión de los viejos valores se convierte en un elemento central del programa educativo antiautoritario y emancipador.
El hecho es que la exaltación de la sexualidad en todas sus modalidades implica admitir la pedofilia, en la teoría y en la práctica. Muchos experimentos de “estilos alternativos de vida”, que proliferan durante los años setenta y ochenta en occidente, con esas comunas en las que, en principio, todo se compartía, también incluían la iniciación sexual de los pequeños.
Conocemos el estrepitoso fracaso de esas fórmulas sociales pretendidamente revolucionarias, pero parece que nos cuesta extraer todas las lecciones que nos brinda su experiencia. Si se ponen determinadas causas, resulta inevitable que se sigan los efectos correspondientes. Ante los escandalosos sucesos de pedofilia que ocupan la atención pública de diversos países es de rigor la aplicación de la tolerancia cero y, en consecuencia, el castigo penal de los responsables. Parece igualmente oportuno revisar y endurecer códigos y reglamentos allí donde la legislación era demasiado laxa o dejaba inquietantes zonas de sombra.
Y además de atender a las víctimas y castigar a los culpables, es urgente adelantarse y trabajar en la prevención. Si no se incide en los factores culturales y educativos que, en buena medida, están en el origen de esos lamentables incidentes, gastaremos nuestra energía en perseguir efectos sin atacar las causas que los producen. La promiscuidad sexual como programa y como forma de vida tiene consecuencias. Algunas manifestaciones de la ideología de género, herederas de la revolución de los sesenta, pretenden haber dejado atrás los conceptos de naturaleza y de normalidad. Incluso la idea de identidad de género, construcción socio-cultural con que se intenta desplazar al sexo biológico, llega a estorbar, pues la mera noción de identidad impone limitaciones. Ahora priman conceptos como el de “transición”: no hay una identidad estable, sino un juego libre de transiciones, ayudadas o no por la cirugía y los tratamientos hormonales. El papel lo soporta todo, pero la realidad es notoriamente tozuda (ahí siguen sin inmutarse los virus y bacterias responsables de la extensión casi epidémica de las infecciones de transmisión sexual, que van a lo suyo al margen  de lo políticamente correcto).
Se entiende, por ejemplo, que el gobierno inglés se muestre consternado por los numerosos casos de abusos físicos y sexuales producidos en los famosos internados británicos. Pero se entiende menos que, simultáneamente, ese mismo gobierno y el parlamento saquen adelante una ley de familia, infancia y educación que, pasando por encima de la voluntad de los padres, establece la educación sexual a partir de los cinco años de edad, con un enfoque que apunta de modo inevitable a la sexualización de la infancia.  Otro ejemplo: el gobierno suizo va a distribuir millón y medio de preservativos de tamaño reducido, para uso de los chicos de doce años.
La ministra sueca de educación declaraba en los años sesenta: “Hay que enseñar a la gente a servirse de su sexo como a manejar los cubiertos. Cuando se sabe estar a la mesa, no se piensa más en ello. Con el sexo debe pasar lo mismo, no plantearse más el problema. Por otra parte, nada está mal, nada es anormal”. Quien siembra vientos, desde luego, recoge tempestades.
Publicado en Diario de Navarra

martes, 20 de abril de 2010

Cinco años de Papa: campañas contra el Pontificado

Al cumplirse hoy cinco años del pontificado de Benedicto XVI, el escritor Juan Manuel de Prada publica en su columna de opinión del diario ABC un excelente artículo en el que, al hilo de una reciente entrevista al Cardenal Rouco, presenta en toda su hondura las raíces últimas de la “campaña desquiciada” que está sufriendo el Santo Padre.

En un artículo muy atinado que el semanario «Alfa y Omega» publicaba el pasado jueves el vaticanista Sandro Magister reflexionaba sobre los cinco años de papado de Benedicto XVI a la luz de una paradoja recurrente: allá donde el Papa más se ha esforzado por ejercitar de forma inequívoca su misión de guía ha sido precisamente donde de forma más agria y belicosa se le ha combatido, en un intento desquiciado por negar ese esfuerzo. En donde se demuestra que hemos alcanzado ese último capítulo de la Historia en que la ofuscación de nuestra capacidad de juicio nos permite llamar luz a las tinieblas y tinieblas a la luz, según profetizara Isaías.

Sólo así se explica que un Papa que invita a predicar en un sínodo a un rabino judío sea caracterizado como un enemigo de los judíos. Sólo así se explica que un Papa que se ha esforzado por presentar a Dios como logos, que se ha preocupado por trabar diálogo con el pensamiento filosófico de su época haya tenido que renunciar a visitar una Universidad. Sólo así se explica que el Papa que ha incorporado a la comunión a un sector del anglicanismo y limado asperezas con las iglesias ortodoxas sea tildado de antiecuménico.

Sólo así se explica que un Papa que se ha esfozado por revitalizar el legado del Concilio Vaticano II, favoreciendo su injerto en el tesoro de la Tradición, sea acusado de retrógrado. Y, en fin, sólo así se explica que un Papa que desde el comienzo de su pontificado, y aun antes, se ha empleado con denuedo en combatir la suciedad que anida en el seno de la Iglesia, adoptando medidas quirúrgicas sin que jamás le haya temblado el pulso y extremando el celo en el escrutinio de las vocaciones religiosas, haya sido acusado sin pruebas (o con pruebas tergiversadas de forma soez) de amparar abusos sexuales, en una campaña desquiciada que pretende presentarlo ante el mundo como un delincuente.

Y todo ello, ¿por qué? El cardenal Rouco, en una magnífica entrevista publicada en la misma entrega del semanario «Alfa y Omega», nos ofrece una respuesta de gran hondura teológica que, con desdichada frecuencia, los propios católicos prefieren soslayar. El Papa, como pasto supremo de la Iglesia, es el encargado de guiarla hacia su consumación en el Reino. «Y la Iglesia, a la luz del Apocalipsis -prosigue Rouco-, sabe con certeza que va a ser combatida por el Príncipe de este mundo y por todas las fuerzas del mal, que han sido en raíz vencidas, pero aún no de forma total. Esa explicación teológica de los Últimos Tiempos -con el anti-Cristo, el contra-Cristo-está vigente».

Y, a continuación, Rouco traza una panorámica de la historia del pontificado en los siglos recientes, en los que el intento de imponer «una forma de ver la persona, la sociedad y la comunidad política radicalmente secular, e incluso opuesta a Dios», se ha tropezado siempre con el escollo de la Iglesia católica, organizada en torno a su pastor supremo. Así se explica que «la cruz del martirio» haya acompañado la vida de todos los Papas a partir de la Revolución; y así se explica que, a medida que ese intento de imposición se hace más hegemónico, el martirio del Papa se haga más aflictivo. Rouco, en fin, nos está hablando de ese tiempo de la «gran tribulación» sobre el que nos advirtió San Pablo; un tiempo -el último capítulo de la Historia- en el que la Iglesia sufrirá tenaz persecución, antes de su victoria definitiva.

Sin esta lectura teológica, las mistificaciones en torno a su magisterio y los virulentos ataques que en estos cinco años ha sufrido Benedicto XVI se tornan ininteligibles. Resulta gratificante y reparador que Rouco lo haya expuesto, para consuelo de los católicos, de forma tan lúcida: porque sólo se puede tener esperanza en la victoria definitiva cuando se conoce la naturaleza verdadera de la tribulación.

JUAN MANUEL DE PRADA
ABC

LA PASIÓN DEL PAPA BENEDICTO. 6 ACUSACIONES, UNA PREGUNTA. Sandro Magister. LEER AQUÍ
ENTREVISTA AL CARDENAL ROUCO EN ALFA Y OMEGA: LEER AQUÍ

Benedicto XVI, foco de luz y de fortaleza.

Reflexiones del Prelado del Opus Dei en el 5º aniversario del Pontificado de Benedicto XVI

Se cumplen cinco años de la elección del Cardenal Joseph Ratzinger como sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia Católica. El 2 de abril de 2005 había fallecido Juan Pablo II. Las televisiones efectuaron un despliegue informativo sin precedentes. Y en medio de aquel clima de conmoción y de cariño hacia el Pontífice difunto, que aleteaba todavía por las calles de RAlmudi.org - Benedicto XVIoma, el 19 de abril de 2005 vimos por vez primera la figura amable del nuevo Papa en el balcón central de la Basílica de San Pedro.

¿Cómo concibe Benedicto XVI su misión de cabeza de la Iglesia universal? En la Misa de comienzo del Pontificado, explicaba que la tarea del Pastor podría parecer gravosa, pero en realidad se alza como una tarea "gozosa y grande, porque es un servicio a la alegría de Dios, que quiere hacer su entrada en el mundo". En aquella misma ocasión afirmaba que "nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo", y "nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él" (Homilía, 24-IV-2005). Así entiende su misión el Papa: comunicar a los demás la alegría que procede de Dios. Suscitar en el mundo un nuevo dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor de Dios.

En estos cinco años de Pontificado, no le han faltado al Papa ataques provocados por quienes están empeñados en arrojar al Creador del horizonte de la sociedad de los hombres; tampoco han estado ausentes los sufrimientos ante la incoherencia y los pecados de algunas personas llamadas a ser "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5, 14-16). Nada de eso ha de extrañarnos, pues las dificultades forman parte del itinerario normal del cristiano, ya que no es el discípulo más que su maestro, como anunció Jesucristo: "Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán" (Jn 15, 20). Al mismo tiempo, no olvidemos lo que añadió el Señor: "Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra" (Ibidem).

Entre los motivos de reconocimiento a Benedicto XVI, quisiera resaltar su acción constante por dar a conocer al Dios cercano. Esta expresión —tomada del título de un libro del Cardenal Ratzinger sobre la Eucaristía— es también un modo afectuoso de hablar del Creador, que la fe nos muestra amoroso y próximo, interesado por la suerte de sus criaturas, como afirmaba un santo de nuestros días. En efecto, San Josemaría recordaba con frecuencia que, en medio del ajetreo cotidiano, a veces "vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso —a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos—, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando" (Camino, 267).

Aquí reside el optimismo indestructible del cristiano, alentado por el Espíritu Santo, que no desampara nunca a la Iglesia. Historia docet: ¡cuántas veces, en el curso de veinte siglos, se han alzado voces agoreras, anunciando el fin de la Iglesia de Cristo! Sin embargo, a impulsos del Paráclito, superadas las pruebas, se ha mostrado luego más joven y más bella, más llena de energías para conducir a los hombres por las sendas de la salvación. Lo hemos visto en estos años: la autoridad moral e intelectual del Papa, su proximidad e interés por los que sufren, su firmeza en la defensa de la Verdad y del Bien, siempre con caridad, ha fortalecido a hombres y mujeres de todas las creencias. El Romano Pontífice sigue siendo un foco que ilumina las intrincadas vicisitudes terrenas.

En el cumplimiento de mi tarea episcopal, millares de personas de buena voluntad —católicos y no católicos, también numerosos no cristianos— me han confiado que las respuestas sólidas y esperanzadoras de Benedicto XVI ante los diversos dramas de la humanidad han supuesto para ellos una confirmación en el Evangelio, o un motivo de acercamiento a la Iglesia y, sobre todo, un renovado interés por aproximarse al "Dios cercano" que el Papa proclama.

Somos muchos los que nos sentimos diariamente enriquecidos por este anuncio alegre de Benedicto XVI, sazonado por la luz de la fe, expuesto con todos los recursos de la inteligencia, con un lenguaje cristalino y con el testimonio de su relación personal con Jesucristo. Que el Señor nos los conserve por muchos años como guía de la Iglesia, para bien de la humanidad entera.

+ Javier Echevarría,

Obispo, Prelado del Opus Dei

viernes, 16 de abril de 2010

Carlota

Os invito a ver este vídeo. Una bocanada estupenda de aire fresco. Coincidiréis conmigo que, para gente como esta, la crisis.... simplemente no existe.

Carlota es el resultado de una vida sin complejos, de una apuesta por vivir, cueste lo que cueste, un ejemplo de entereza, vitalidad y mucho ánimo. Porque contagia optimismo.

Carlota es una historia sencilla que desmonta todos los tópicos sobre aquellas personas que no pueden realizar las “cosas” por sí mismas, o que quedan relegadas para puestos inhábiles en la sociedad actual.

Una vida llena de Dios, sin caídas ni abatimientos, de lucha por salir adelante, de ejemplo, de fe, de esperanza… Ése es el mensaje vivificador de Carlota que debería correr por Internet. No en vano es un trabajo que se opone de cuajo a las absurdas reivindicaciones del Gobierno Rodríguez en torno a la eutanasia y el aborto, aunque esta idea subyazca de manera subliminal.

Es un trabajo del guionista y realizador de cine Javier Figuero

Cinco años de Papa


(Felicita al Papa, clicando sobre el título)




¿Qué puede hacer un hombre que empieza a ser Papa a los 78 años? Si miramos algunos momentos de estos cinco años, podemos reconocer que se puede hacer, y se ha hecho, mucho en el mundo de lo visible y cuantificable
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net

El 16 de abril de 2005 acababa de cumplir 78 años. El cardenal Joseph Ratzinger tenía ante sus ojos la apertura inminente del cónclave. A los tres días, el 19 de abril, era elegido Papa, el 264 sucesor del apóstol san Pedro. Iniciaba una nueva etapa en su vida.

Han pasado, desde entonces, cinco años. Más de uno habrá pensado, en aquel día de abril de 2005: ¿qué puede hacer un hombre que empieza a ser Papa a los 78 años? Si miramos algunos momentos de estos cinco años, podemos reconocer que se puede hacer, y se ha hecho, mucho en el mundo de lo visible y cuantificable. Lo invisible, lo más profundo, lo que llega a los corazones, sólo lo conoce Dios.

Benedicto XVI ha asumido, desde el inicio de su trabajo como Papa, el mensaje íntegro del Concilio Vaticano II, como explicó a los cardenales que lo habían elegido. Ha buscado defenderlo de interpretaciones erróneas. Ha tendido la mano a quienes, como los seguidores del obispo Lefebvre, no lo habían comprendido. Ha buscado aplicarlo de modo correcto y profundo en puntos no siempre bien interpretados.

En estos cinco años el Papa nos ha regalado tres encíclicas. La primera (Deus caritas est), firmada en diciembre de 2005 y publicada a inicios de 2006, está dedicada al tema del amor. La segunda (Spe salvi), dada a luz a finales de 2007, trata de la esperanza. La tercera (Caritas in veritate), de 2009, analiza y aplica la doctrina social de la Iglesia para el contexto que ahora vive el mundo globalizado.

En estos cinco años Benedicto XVI ha presidido tres Sínodos de los obispos. Uno dedicado a la Eucaristía (en 2005); otro a la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia (en 2008); y otro, especial, para África (en 2009).

En estos cinco años ha realizado importantes viajes fuera de Italia: a Brasil (en 2007), para dar inicio a los trabajos de la Conferencia general del episcopado latinoamericano. A dos países de África, Camerún y Angola (en 2009), en parte como preparación para el Sínodo de los obispos dedicado a ese continente que tendría lugar en Roma en octubre de ese mismo año. A varios países de Europa: Alemania (en los años 2005 y 2006), España (2006), Polonia (2006), Austria (2007), Francia (2008), República Checa (2009).

Viajó a Turquía, tras las huellas de san Pablo, en 2006. También visitó los Estados Unidos de América y dirigió un importante discurso a las Naciones Unidas (en abril de 2008). Llegó hasta las lejanas tierras de Australia, para la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney (2008). Y visitó, como lo habían hecho Pablo VI y Juan Pablo II, Tierra Santa (mayo de 2009).

La agenda de viajes internacionales para el año 2010 no se presenta vacía: al Papa lo esperan en Malta (abril), Fátima (mayo), Chipre (junio), Gran Bretaña (septiembre) y España (noviembre).

Sin poder llegar físicamente, el Papa ha llevado muy cerca de su corazón a los católicos en China, a los que envió una importante carta el 27 de mayo de 2007.

Italia también ha sido objeto de 17 viajes del Vicario de Cristo. En la diócesis de Roma el Papa se ha hecho presente en varias parroquias, con el deseo de contactar directamente con los párrocos y los fieles de la Ciudad Eterna.

En estos cinco años Benedicto XVI ha acogido a centenares de obispos de todo el mundo. Llegados a Roma para la visita que hacen, cada cinco años, al Sucesor de Pedro, o por otros motivos, encontraron en el Papa a un hermano en el episcopado y a un servidor incansable del Evangelio.

En estos cinco años ha lanzado iniciativas para avivar la vida de la Iglesia. En el año 2008 inauguró un Año paulino, para recordar el bicentenario del nacimiento de san Pablo. De junio de 2009 a junio de 2010 ha invitado a los sacerdotes y a los fieles de todo el mundo a un Año sacerdotal, tras cumplirse 150 años de la muerte del cura de Ars.

En estos cinco años ha dirigido su palabra, casi sin interrupción, en centenares de audiencias generales de los miércoles en el Vaticano. En ellas, acogió y concluyó un ciclo temático dedicado a los Salmos, que había sido iniciado por Juan Pablo II en sus últimos años de Papa. Luego, empezó una serie de catequesis sobre los apóstoles y los discípulos más cercanos al Señor, sobre la Iglesia primitiva, sobre los Santos Padres y sobre los santos y hombres de fe más representativos a lo largo de los siglos. Durante estas catequesis insertó un ciclo sobre san Pablo (2008-2009), y varias audiencias estuvieron dedicadas al Año sacerdotal o a diversos acontecimientos de la Iglesia.

En estos cinco años, Benedicto XVI ha promovido la vida litúrgica, especialmente la centralidad de la Eucaristía. Tienen una importancia especial dos documentos: la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (publicada en 2007); y el Motu Proprio Summorum Pontificum sobre la Liturgia romana anterior a la Reforma de 1970 (también publicado en 2007). Ha habido otras medidas concretas, como la petición de una más fiel traducción de las palabras consacratorias de la Misa. Estas intervenciones buscan rescatar el genuino sentido de la liturgia y revitalizar el rito romano de la Misa usado hasta las reformas del Concilio Vaticano II.

No podemos olvidar tantas homilías en las que Benedicto XVI, con un profundo sentido espiritual, ha querido ilustrar signos y aspectos que forman parte de la liturgia de la Iglesia y que merecen ser vividos de modo consciente y en un clima de fe orante.

En estos cinco años el Papa ha dado pasos concretos en el diálogo ecuménico y ha tomado disposiciones para acoger a grupos importantes de la iglesia anglicana que deseaban volver a la plena comunión con la Iglesia católica (especialmente con la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, publicada en 2009).

En estos cinco años se ha promovido el diálogo interreligioso, con momentos de mayor visibilidad durante las ya recordadas visitas a Turquía (2006) y a Tierra Santa (2009), y en la histórica presencia de Benedicto XVI en la Sinagoga de Roma (en enero de 2010).

En estos cinco años ha podido continuar su trabajo como teólogo al dar forma concreta a un sueño que llevaba en su corazón antes de ser elegido Papa: escribir un libro sobre Jesucristo. La obra, con el título Jesús de Nazaret, fue publicada en abril de 2007, y encontrará su coronación con un segundo volumen que se espera salga a la luz durante el año 2010.

Se podrían comentar tantos otros aspectos eclesiales, culturales, teológicos, filosóficos, y simplemente humanos, de los cinco años que han marcado el corazón y la vida de la Iglesia desde los gestos y las palabras de un Papa, Benedicto XVI, que fue elegido con 78 años, y que ha sabido trabajar, sencillamente, con la mirada fija en quien un día le llamó y le dijo: “Sígueme”.

Hoy sigue en la barca del Pescador, en la Cátedra de Pedro. Por su persona, por su misión, por sus proyectos, millones de católicos elevan una oración agradecida y una súplica confiada a Dios Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo, con la intercesión de la Virgen Santísima y de los Santos, según el deseo que el mismo Benedicto XVI formulaba el 19 de abril de 2005, cuando dirigió desde el balcón central de la Basílica de San Pedro sus primeras palabras como Obispo de Roma:

“Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor.

Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones.

En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!”

¡Muchas gracias a Ud., Santo Padre!

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